Maria Ingemansson, Eva Wikstrom Jonsson, Maria Bredgard, Marina Jonsson, Gunilla Hedlin, Anna Kiessling
AntecedentesLa adherencia a las guías en general es deficiente. Debido a que el asma es la enfermedad crónica más común en los niños suecos, es crucial identificar áreas de mejora en el tratamiento farmacológico para el asma. ObjetivoExplorar los patrones de utilización de medicamentos antiasmáticos en niños con asma en relación con las guías basadas en la evidencia. MétodoSe realizó un seguimiento durante 24 meses consecutivos de todos los niños que visitaron 14 centros de atención primaria en Estocolmo, Suecia, a los que se les dispensó su primera prescripción de agentes antiasmáticos entre julio de 2006 y junio de 2007. Los niños (1033 en total) se dividieron en dos grupos de edad: 0-6 años y 7-16 años. Las mediciones de resultados fueron: las características de los médicos que iniciaron el tratamiento farmacológico; el grado en que los niños iniciaron el tratamiento con los medicamentos recomendados en las guías; y la cantidad y frecuencia de los medicamentos dispensados a lo largo del tiempo y si los textos de dosificación en las prescripciones contenían información adecuada. ResultadosEn el 54% de los niños mayores y en el 35% de los niños más pequeños, solo se dispensó una prescripción de medicamentos antiasmáticos durante los dos años de seguimiento posteriores a la primera prescripción. En los niños en edad escolar, el 50% comenzó con agonistas beta2 broncodilatadores de acción corta (SABA) inhalados en monoterapia. Entre los niños en edad preescolar, el 64% comenzó con SABA y corticosteroides inhalados en combinación. En el 41% de las prescripciones dispensadas, se indicó la indicación y en el 25% se indicó el mecanismo de acción. El tratamiento farmacológico fue iniciado por un médico general en el 42% de los niños más pequeños y en el 72% de los niños mayores. ConclusiónEs necesario mejorar la adherencia a las pautas en áreas importantes. El asma, especialmente entre los niños de 7 a 16 años, suele ser una enfermedad crónica y, en muchos casos, debe tratarse con antiasmáticos que contrarresten la inflamación. Sin embargo, este no fue el caso en nuestro estudio. Además, los textos de dosificación escritos por los médicos no siguieron las recomendaciones y pueden influir negativamente en la seguridad del paciente.